AUGUSTO MARCO DEL PONT: Al poco tiempo de llegar Valdivia a Chile y con el objeto de encontrar la famosa ciudad de los césares y metales preciosos, mando a los capitanes Villagra y de Rivero a explorar las regiones situadas al E de la Gran Sierra Nevada (C. d los A.). Estos, en compañía de varias familias e indios amigos, atravesaron la cordillera, costeraron el Río Diamante, después el "Atuel", llegando hasta Urre Lauquen y fundando un pueblo conocido con el nombre de los árboles. Según el Dr Saez:, Los NATURALES de los que hoy ES SAN RAFAEL conservaban una leyenda de sus antepasados "los aucas", la cual consistía en asegurar, que hacía muchos años habían llegado de Chile unas cién flias. de personas blancas, las que se internaron hacia el Este, sin que se hubiera tenido noticias de su regreso. En el archivo de Indias estante 74- cajón 4- legajo 2 se comprueba que la región de San Rafael fué descubierta, explorada y poblada antes que Mendoza. Los primeros serán los últimos.
Cuentan la historia que en una llanura de Mendoza existía una tribu indígena, la cual tenía un jefe llamado Talú; él era joven, tendría aproximadamente treinta años, era pacífico, pero la sequía que desde hacía tiempo azotaba a la tribu los obligaba a salir en malones en busca de agua.
Una vez cuando salió Talú conoció a una muchacha que vivía sola, a él le gustó la joven y decidió llevársela cautiva. Poco tiempo después la joven se acostumbró a la vida en la aldea.
Talú no pudo esconder su simpatía hacia la joven y así comenzaron a hacerse amigos; el joven jefe pudo saber que la muchacha era huérfana, tenía veinte años, se llamaba clara y le agradaba la tribu. El le confió que su padre hacía poco que había muerto y que debía asumir como jefe de la tribu siendo muy joven.
Así pasaron varios meses, ellos se fueron enamorando y como Clara se había ganado el cariño de toda la tribu pronto se casa-ron. Pero este momento de felicidad no pudo cambiar la cruel realidad de la sequía que azotaba al pueblo, así día tras día iban muriendo niños y ancianos.
Los blancos al enterarse de la situación indígena, atacaron y acabaron a casi todos los hombres de la aldea incluyendo al desdichado jefe. Clara, enfrentando situaciones de mucho riesgo pudo escapar con su hijo recién nacido llamado Atuel.
Luego del ataque blanco, Clara volvió y sólo encontró tras las ruinas dejadas, viudas, huérfanos y algunos hombres heridos, muriendo poco a poco por la falta de agua.
Decidió entonces irse con su pequeño hijo Atuel adonde cae el sol, sobre las altas montañas y así, cerca de su esposo y del cielo comenzó a pedirle a los Dioses para que hiciera brotar agua para la tribu que sobrevivió al ataque. Clara y Atuel ofrecieron sus vidas por amor a la aldea y allí entre dos cerros las lágrimas de Clara al morir fueron las causantes de que en ese lugar naciera un caudaloso río.
La aldea se llenó de júbilo al ver llegar las aguas abriéndose paso por el campo desierto. Y los indígenas supieron que un milagro había ocurrido, buscaron en toda la aldea a la tan querida Clara y su hijo para informarles la buena noticia pero no los encontraron y entonces comprendieron que aquel milagro ocurrido era producto de un sacrificio.
Pasó un año de todo esto y la noche en que Clara murió el río parecía el llanto de un niño al golpear en sus riberas, fue así como el nuevo jefe de la aldea reunió a toda la tribu para comunicarle lo que los Dioses le habían informado y era que debía llamarle Atuel a las aguas que lloraban como el hijo de Clara y desde ese día el agua del Río Atuel se caracteriza por su claridad, la que representa la pureza y fidelidad de Clara a su tribu y a su desafortunado esposo.
Si esta leyenda fuese real deberíamos estarle agradecidos a Clara por haber entregado su vida y la de su hijo para que naciera esta fuente natural que forma el gran oasis de riqueza en el sur mendocino.
Fuente: Mi comunidad como museo viviente, MENDOZA. Aportado por: CLAUDIA ALVAREZ - DANIELA ZOLORZANO, Año 1988-1992. (Mendoza - Ar)
Publicado en: ROMANI, Rubén Darío (comp.) Mi comunidad como museo viviente. Ediciones Culturales de Mendoza, MENDOZA, 1992, pág. 8-9
AUGUSTO MARCO DEL PONT:
ResponderEliminarAl poco tiempo de llegar Valdivia a Chile y con el objeto de encontrar la famosa ciudad de los césares y metales preciosos, mando a los capitanes Villagra y de Rivero a explorar las regiones situadas al E de la Gran Sierra Nevada (C. d los A.).
Estos, en compañía de varias familias e indios amigos, atravesaron la cordillera, costeraron el Río Diamante, después el "Atuel", llegando hasta Urre Lauquen y fundando un pueblo conocido con el nombre de los árboles.
Según el Dr Saez:, Los NATURALES de los que hoy ES SAN RAFAEL conservaban una leyenda de sus antepasados "los aucas", la cual consistía en asegurar, que hacía muchos años habían llegado de Chile unas cién flias. de personas blancas, las que se internaron hacia el Este, sin que se hubiera tenido noticias de su regreso.
En el archivo de Indias estante 74- cajón 4- legajo 2 se comprueba que la región de San Rafael fué descubierta, explorada y poblada antes que Mendoza. Los primeros serán los últimos.
NACIMIENTO DEL RIO ATUEL
ResponderEliminarTexto:
Cuentan la historia que en una llanura de Mendoza existía una tribu indígena, la cual tenía un jefe llamado Talú; él era joven, tendría aproximadamente treinta años, era pacífico, pero la sequía que desde hacía tiempo azotaba a la tribu los obligaba a salir en malones en busca de agua.
Una vez cuando salió Talú conoció a una muchacha que vivía sola, a él le gustó la joven y decidió llevársela cautiva. Poco tiempo después la joven se acostumbró a la vida en la aldea.
Talú no pudo esconder su simpatía hacia la joven y así comenzaron a hacerse amigos; el joven jefe pudo saber que la muchacha era huérfana, tenía veinte años, se llamaba clara y le agradaba la tribu. El le confió que su padre hacía poco que había muerto y que debía asumir como jefe de la tribu siendo muy joven.
Así pasaron varios meses, ellos se fueron enamorando y como Clara se había ganado el cariño de toda la tribu pronto se casa-ron. Pero este momento de felicidad no pudo cambiar la cruel realidad de la sequía que azotaba al pueblo, así día tras día iban muriendo niños y ancianos.
Los blancos al enterarse de la situación indígena, atacaron y acabaron a casi todos los hombres de la aldea incluyendo al desdichado jefe. Clara, enfrentando situaciones de mucho riesgo pudo escapar con su hijo recién nacido llamado Atuel.
Luego del ataque blanco, Clara volvió y sólo encontró tras las ruinas dejadas, viudas, huérfanos y algunos hombres heridos, muriendo poco a poco por la falta de agua.
Decidió entonces irse con su pequeño hijo Atuel adonde cae el sol, sobre las altas montañas y así, cerca de su esposo y del cielo comenzó a pedirle a los Dioses para que hiciera brotar agua para la tribu que sobrevivió al ataque. Clara y Atuel ofrecieron sus vidas por amor a la aldea y allí entre dos cerros las lágrimas de Clara al morir fueron las causantes de que en ese lugar naciera un caudaloso río.
La aldea se llenó de júbilo al ver llegar las aguas abriéndose paso por el campo desierto. Y los indígenas supieron que un milagro había ocurrido, buscaron en toda la aldea a la tan querida Clara y su hijo para informarles la buena noticia pero no los encontraron y entonces comprendieron que aquel milagro ocurrido era producto de un sacrificio.
Pasó un año de todo esto y la noche en que Clara murió el río parecía el llanto de un niño al golpear en sus riberas, fue así como el nuevo jefe de la aldea reunió a toda la tribu para comunicarle lo que los Dioses le habían informado y era que debía llamarle Atuel a las aguas que lloraban como el hijo de Clara y desde ese día el agua del Río Atuel se caracteriza por su claridad, la que representa la pureza y fidelidad de Clara a su tribu y a su desafortunado esposo.
Si esta leyenda fuese real deberíamos estarle agradecidos a Clara por haber entregado su vida y la de su hijo para que naciera esta fuente natural que forma el gran oasis de riqueza en el sur mendocino.
Fuente: Mi comunidad como museo viviente, MENDOZA.
Aportado por: CLAUDIA ALVAREZ - DANIELA ZOLORZANO, Año 1988-1992.
(Mendoza - Ar)
Publicado en:
ROMANI, Rubén Darío (comp.) Mi comunidad como museo viviente. Ediciones Culturales de Mendoza, MENDOZA, 1992, pág. 8-9